domingo, 4 de mayo de 2025

¿Cómo saber que ha sido un buen viaje?


He viajado a seis países y a muchos lugares fuera de Lima. Puedo sacar muchas conclusiones sobre distintos destinos; he conocido personas con pensamientos muy diversos, casi opuestos entre sí, y he aprendido de sus culturas y tradiciones.

Hasta hace unos meses, mi top de destinos era: Colombia, México y Chile.

Asocio esos lugares con la gente con la que compartí experiencias y situaciones que quedaron inmortalizadas en mi memoria.

En Colombia visité Bogotá, Medellín, Guane y Santander. El viaje fue parte de un taller de astronomía en el que conviví con otros 30 parceros de distintos países de Sudamérica. Lo considero el mejor viaje de todos, por la cantidad de recuerdos que guardo: estudiábamos y festejábamos día y noche, visitábamos lugares donde cada minuto era valioso, y todo era un constante motivo de risa.

Recuerdo las largas conversaciones, las comparaciones entre países y las coincidencias tanto en lo bueno como en lo malo, pero siempre unidos para crear momentos memorables.

México fue mi primer viaje solo, y también el primer país que visité. Asistí a otro taller de astronomía donde conviví con 11 personas más de diversos países sudamericanos. Conocer su historia, su gente cálida, su gastronomía —que tanto amo—, visitar numerosas pirámides y acercarme por primera vez a la astronomía profesional, hicieron que cada momento vivido se guardara en mi corazón. Los amigos que conocí allí fueron fundamentales, ya que años después volví a ver a algunos, y la amistad permanece.

Chile fue el país al que fui para dar una conferencia. Allí presencié un eclipse solar total, el fenómeno más impresionante e indescriptible que he visto en mi vida. Además, me hospedé en casa de amigos tanto en Santiago como en Valparaíso. Convivir con ellos esos días fue muy grato y permanece en mi memoria.

Y hace poco esta lista cambió, porque viajé a Ica. Ahora la pongo en el tercer lugar.


¿Por qué? ¿Qué pasó para que se volviera tan importante?

Como mencioné antes, cada viaje es especial y único por la gente con la que comparto, conozco y por los recuerdos que se generan.

Fui a Ica por tercera vez. La primera vez, fui con un amigo, Gary. Estuvimos poco tiempo en Ica porque pasamos la mayor parte en Paracas. La segunda vez fui a ver un eclipse lunar en la Universidad San Luis Gonzaga, y también pasé poco tiempo recorriendo la ciudad.

En este tercer viaje quise hacer todo lo que no había podido antes: subir a los tubulares, practicar sandboard, caminar por las dunas, pasear en bote por la Huacachina, ir a Cachiche, conocer la palmera de las siete cabezas y montar camellos. Y logré hacerlo todo en dos días.

Pero no lo hice solo. Eso marcó la diferencia. Me acompañó una amiga que no veía hace aproximadamente diez años, y también conocí una nueva persona que se unió al viaje. Cada lugar que visitamos, cada actividad, fue inolvidable. Con ellas, cada momento se volvió memorable. Fui inmensamente feliz en cada instante, y mientras escribo esto, no puedo evitar sonreír. Al regresar a Lima, mi corazón estaba feliz y recargado de vida. Fue una montaña rusa de emociones en poco tiempo.

Y esa persona que conocí se volvió tan importante actualmente.

Sinceramente, me cambió la vida y soy feliz. A veces las cosas que no esperas, son las que más satisfacción te da. 

Las mejores cosas llegan y no las buscas.