martes, 21 de enero de 2020

Poly



Quizá el destino si exista aunque uno se resista a creer y aunque trates de planear algo diferente, siempre te traerá sorpresas. 

Viene a mi mente cuando yo miraba un río y Poly manejaba su auto azul, tan solo eran pocos segundos que nos habíamos conocido pero la alegría era nuestro tercer pasajero. Aún no sabía absolutamente nada de ella ni ella de mí, era algo como un astronauta en su reciente amartizaje, hasta a la ciudad le era indiferente, claro que después le agarré cariño. Eran tiempos con mucha expectativa en la ciudad, crisis política y algunas injusticias.  

Hay demasiadas cosas que tengo que contar de Poly y quizás lo olvide, pero lo malo es que no puedo escribirlo todo. Podría decir que es la chica que aparece en las fotos de la imagen y que ha conquistado el mundo, exagero, pues solo le faltaba Asia. 

Poly me recordaba a algunas chicas que había conocido a lo largo de mis casi 30 años, era una mezcla de todas y eso podría catalogarla como incomparable. De igual manera era un misterio, cada día me sorprendía, era un huracán, que todavía no le asignaban su nombre.

Era vegana y compartí algunas comidas con ella, cocinaba rico y eso que yo no soy fan de las verduras. Era periodista y le gustaba leer, quizás eso nos enganchó para poder llevar largas conversaciones, aunque discrepábamos en algunas ocasiones. Era una luchadora y guerrera, aunque también tenía su lado frágil. 

Hace algunos años había sido manipulada y agredida por su ex pareja (de muchos años), no le creí a la primera. Era tan fuerte, indomable y directa que no calzaba en esa categoría, pero pasó. Tardó en darse cuenta - me dijo. Me estaba contando, pero fuimos interrumpidos, lástima.


Feminista y amante de los animales, andaba en toda causa y ayudaba a los que necesitaban. Vivía sola, renegaba de la política había sido despedida de su trabajo, pero siempre sonreía. Coincidíamos musicalmente y podíamos relajarnos con ello. Tenía una perra llamada Pola y le caí bien al instante, era viejita y estaba algo enferma. Me hizo pensar en cómo estaría mi perra en algunos años. Poly la trababa bien y nos sentábamos a animarla a comer.

Algunas veces se vestía de soledad y se apagaba, era extraña. Había que encontrarle la mecha para que ilumine el mundo, o quizás mi mundo recién compartido. Tenía heridas como todos, era una gata con la mitad de sus siete vidas. Me compartió muchas cosas y yo también mostré mis cicatrices. A pesar de que la pasábamos bien y había alegría en el ambiente, interiormente a veces se escapaba nostalgia o alguna que otra situación dolorosa. 

Me parecía que habíamos generado dependencia, costumbre o no sé que palabra asignarle, pero lo triste de todo es conocer gente bonita que luego tienes que despedir. Cada día que nos veíamos se presentaban sensaciones diferentes, siempre había algo que hacer. 

A Poly no le gustaban los abrazos y que no se le acercaran mucho, pero pude hacerlo y ella me decía con su mirada un quédate. En el último día que nos vimos, nos dimos un fuerte abrazo.

Se quedó un poco de mi alma en su auto, en su casa, en su cuidad. Ella se quedó en mi memoria, en mí. Parece una historia utópica, hasta yo mismo no me la creo.