A estas alturas de mis treintas ya solo me interesa el silencio en mi habitación y el orden de mis pensamientos, los mensajes que traen calma y las canciones que disipan preocupaciones. Solo me interesa sumar libros leídos y restar amores perdidos. Solo me interesa jugar al póker y tener una reina de corazones, como aquella a la que apuestas todo porque confías en el destino y no en la suerte. Solo me interesan los poemas que envuelven y las películas que te invitan a no tener las manos libres. Solo me interesa estar menos ebrio para no olvidar y tener más recuerdos, esos que en el fondo guardas en una cajita. Solo me interesa regresar al país que fui feliz dejando la soledad de lado. Solo me interesa tener menos insomnio y tener más tiempo para escoger en qué sueño encontrarte.
Y aparte de ello, pido poco. Como sobrevivir cada día en un año apocalíptico, alguna mirada que abrace asfixiando al miedo, algunas manos que aprieten soltando la angustia o compartir sonrisas, esas que, reconstruyen los fragmentos del ayer.
Y lo más importante, solo me interesa que lo sepas.
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